SINOPSIS
La obra de Kafka ha suscitado interpretaciones diversas que, normalmente suelen diversificarse en tres líneas: la religiosa, la psicológica y la sociopolítica. Este libro se sitúa en esta última perspectiva. Se trata de rastrear la percepción de lo jurídico en la obra de Franz Kafka, pues parte nada desdeñable de la obra kafkiana es una incisiva reflexión acerca del hombre ante manifestaciones diversas del acontecer jurídico: la ley, la autoridad, el poder, la burocracia. Y siendo el poder tema al que Kafka prestó especial atención - su obra ha sido caracterizada como una “microfísica del poder”-, no ha de extrañar en modo alguno que se ocupara también del derecho, porque es evidente la estrecha relación que hay entre ambos. Ley, poder, autoridad, son, en suma, parajes diversos del Derecho, modos o formas distintas de expresión de lo jurídico. Todos ellos tienen una presencia muy significativa en la obra del escritor checo. Baste con recordar algunos de sus títulos para confirmarlo: El proceso, En la colonia penitenciaria, Ante la ley, Sobre la cuestión de las leyes. Dado que trabajaba en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia y defendía sus intereses ante los tribunales, el derecho era una herramienta indispensable en su trabajo, al tiempo que su estatus funcionarial le permitía conocer el mundo de la burocracia. Ahora bien, lo que interesa a Kafka no es el poder visto desde la experiencia de quien lo detenta, sino desde la óptica de quien lo padece, un poder que tiende a cosificar al hombre, dominarlo y someterlo. La vida moderna mantiene vivos los rasgos que identifican la visión que del poder y del hombre tuvo Kafka, aquellos que, según Kundera, son propios de los Estados totalitarios.
El examen de los escritos de Kafka va descubriendo temas de notable interés: la proliferación de la actividad legislativa y los defectos de técnica legislativa como fenómenos de distanciamiento entre el ciudadano y la ley, su inaccesibilidad, la desoladora situación de desabrigo en que vive el hombre de hoy que Kafka representa llevándolo a una situación límite y recurriendo a signos o símbolos capaces de expresar la condición dramática del hombre actual víctima de unas estructuras de poder que le son hostiles. Para ello escribe El proceso y utiliza esta figura procesal como vigorosa imagen de eficacia plástica que le sirve para reflejar la angustia, soledad y desvalimiento del hombre moderno. A esta novela, por otra parte, se ha atribuido un valor premonitorio de los regímenes totalitarios que estaban por venir. Algo similar ocurre con la novela En la colonia penitenciaria, como anunciadora de los horrores y crueldad del nazismo.
Lamentablemente, no podemos pensar que Kafka - lo kafkiano- haya dejado de tener presencia en nuestros días. Seguimos asistiendo al recorte de derechos y garantías, hay hombres y mujeres que sufren persecución pese a su inocencia, hombres inocentes que son condenados, hombres empequeñecidos ante la burocracia creciente y un poder dominador, insaciable. En relación con los hechos que se describen en El proceso, dice Muchoz Machado que “aún no han sido erradicados totalmente de las prácticas judiciales de nuestro tiempo.” Solo por eso, debemos seguir atentos a la voz, a los avisos de Franz Kafka, un hombre del que Milena Jesenská dijo: “Era un artista y un hombre de tan delicada conciencia que oía también allí donde otros, sordos, se creían a salvo.”
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