SINOPSIS
La Constitución nacional es hoy un instrumento cada vez más débil de control del poder real, del que incide cada día sobre la ciudadanía. Más bien, estamos ante una Constitución «inerme» si se puede caracterizar de esta manera, sobre la que se proyectan cada vez más, paradójicamente, las es peranzas y los anhelos de las personas que siguen creyendo en su potencial transformador y garantista. Uno de los motivos de esa debilidad consiste justamente en el hecho de que se haya desvinculado de la realización de sus funciones esenciales por no haberse adaptado a los nuevos tiempos mediante las necesarias reformas de un texto que, en el caso de España, cumple ahora cuarenta años.