El título «Quien bien anda mal acaba» tal vez pudiera revelar un error gramatical o de imprenta, si no fuera por el hecho de evidenciar una extraña paradoja. Isidro, nuestro personaje central, se caracteriza por hallarse siempre comprometido en la realización de buenas acciones en beneficio de terceros —amigos y ciudadanos— pero nunca consigo mismo, bajo un permanente estado de depresión, cuya razón parece estar en el accidente de aviación en el que murieron sus padres cuando él era un adolescente. Partiendo de esta circunstancia, el relato de esta obra fluye con total normalidad, salvo los inevitables contratiempos que provocan el amor a la mujer y el dinero. Tanto es así que por ambas causas se ve abocado al asesinato, quedando una impronta que habrá de torturarle inconscientemente la poca vida que le queda aunque él no lo presienta.
Una novela jurídica que no te puedes perder…