El gran maestro procesalista Piero Calamandrei lanzó el reto de abordar el elogio de los abogados desde los ojos de un juez. El desafío requería empatía y experiencia en ambas dimensiones jurídicas, y tener claro que entre jueces y abogados no hay jerarquía, sino reparto de roles y simbiosis para obtener justicia.
Sin embargo, el juez salva su sempiterna imagen social de esfinge necesaria, mientras que el abogado sufre todavía el injusto maltrato de anacrónicas leyendas urbanas que los etiquetan como costosos enredadores.
Esta obra muestra las innegables sombras de la profesión de la abogacía, pero realza las luces de su impagable servicio a la sociedad: los abogados no generan los conflictos sino que los evitan o terminan; toda sentencia judicial es hija de los argumentos y estrategias de los letrados, y sus vigorosos planteamientos son capaces de hacer rodar la jurisprudencia hacia mejoras técnicas y mayores garantías; de hecho, la mayoría de las conquistas sociales de derechos y las reformas legislativas solo se comprenden con la propuesta, empuje y lucha de los abogados.
Por el texto desfilan las siete virtudes capitales de los abogados: Compromiso, Ciencia, Ingenio, Rectitud, Paciencia, Prudencia y Serenidad. Cada una de las cuales se abre en un ramillete de motivos de elogio relacionados con su profesionalidad, saber estar, saber esperar lo inesperado, lidiar con los clientes, su coraje en la lucha por el derecho, superar tensiones con colegas y jueces, su adaptación al cambio y su capacidad de supervivencia ante las decepciones y errores judiciales.
En suma, la profesión de la abogacía ha sufrido en lo que va de siglo XXI el impacto de lo tecnológico, de la incertidumbre del derecho, de la competencia desaforada y de la elevación de las exigencias éticas. Estos rasgos resaltan las altas cualidades que debe poseer el abogado cuya última razón es colaborar activamente en la escurridiza justicia.
La obra ofrece una mirada realista desde el otro lado del espejo del abogado, con reflexiones, anécdotas y gotas de humor.
Obra utilísima tanto para quien quiere ejercer la abogacía como para quienes siendo veteranos, confirmarán su diagnóstico de la profesión. Y como no, para sus compañeros de camino, procuradores, fiscales y jueces.
Prólogo
Introducción
1. COMPROMISO
I. Por seguir una profesión vocacional de fuerte implicación emocional
II. Por armarse de profesionalidad
III. Por sobrellevar el peso de la inmersión profesional
IV. Por la humildad para asumir riesgos y reveses
V. Por su valioso servicio a la justicia
2. CIENCIA
VI. Por la constancia para formarse y actualizarse en derecho
VII. Por la aptitud para adaptarse al cambio incesante
VIII. Por prestar servicios de calidad y humanizados en un contexto tecnológico
IX. Por la sociabilidad dentro y fuera del foro
3. INGENIO
X. Por el esfuerzo de imaginación para atraer a las musas
XI. Por forjar intuición con la experiencia
XII. Por la habilidad expresiva
XIII. Por el talento narrativo de historias y situaciones
4. RECTITUD
XIV. Por mantenerse fuerte en el castillo de la honradez
XV. Por la actitud de empatía con el cliente y su adversario
XVI. Por saber estar en sala, ceremonioso pero cercano
XVII. Por el coraje en la lucha por el derecho
5. PACIENCIA
XVIII. Por la paciencia con el cliente
XIX. Por lidiar con pícaros
XX. Por la paciencia con el juez
XXI. Por su leal impasibilidad ante la insensibilidad ajena
XXII. Por su discreción ante el parasitismo judicial de su labor intelectual
6. PRUDENCIA
XXIII. Por su diestro manejo de escenarios de incertidumbre y estrés
XIV. Por la mañosa capacidad de profecía
XXV. Por resistirse a vender la piel del oso
7. SERENIDAD
XXVI. Por saber esperar lo inesperado
XXVII. Por asumir el papelón de dar malas noticias al cliente
XXVIII. Por soportar culpas ajenas
XXIX. Por su entereza y resignación
XXX. Por saber sobreponerse para ser feliz
ANEXO. Cartas forenses en contexto de derrota
I. Carta del juez al abogado
II. Carta del abogado al juez
III. Carta del abogado al cliente
IV. Carta del cliente al juez
Colofón