SINOPSIS
En el primer periodo ministerial del general Cruz (1823-1824) se dedicó fundamentalmente nuestro personaje a proponer la reorganización del ejército, el cual había caído en la anarquía y el desorden tras el paréntesis de lo que él mismo llamó “revolución constitucional”, es decir el periodo del Trienio Constitucional (1820-1823). También se dedicó fundamentalmente a regimentar, es decir meter en cintura, a los voluntarios realistas, cuerpos de tropas al margen del ejército que actuaban con demasiada libertad en nombre supuestamente del infante Carlos María Isidro, con una clara propensión a restablecer el Antiguo Régimen en su plenitud. Es de destacar también como el propio Cruz se preocupó en varias ocasiones, como ministro de la Guerra, en formar cuerpos de tropas peninsulares, bien nutridos, que fueran a América a recuperar sino todo sí en parte las posesiones españolas en este continente, recién perdidas. Y él, como veterano de Ultramar, sentía esta pérdida en carne viva. También es de recalcar los esfuerzos que hizo el ministro Cruz, en nombre de Fernando VII, para establecer cuidadosamente las gracias y premios que debían obtener todas aquellas personas, civiles y militares, que se hubieran adherido a la causa realista durante la revolución constitucional, es decir, a favor de la plena soberanía del rey y no a su subordinación a la Constitución de Cádiz.
Es de notar también la adscripción de Cruz al llamado realismo moderado, chocando en el gobierno con las posiciones ultrarrealistas que mantenían otros ministros como el propio Francisco Tadeo Calomarde.
En su segundo periodo ministerial en la secretaría de Guerra, entre 1832 y 1833, el general Cruz se dedicó fundamentalmente a sujetar, controlar y sofocar las intentonas de rebelión de los diversos cuerpos de voluntarios realistas esparcidos por toda España. Sin duda, se puede considerar a estos cuerpos de protocarlistas, apoyando ya casi abiertamente las intenciones del infante Carlos María Isidro (Carlos V para los carlistas) de volver a una monarquía tradicional del Antiguo Régimen, sin que podamos identificarla con una monarquía absoluta o absolutista, que es de otro tipo. Igualmente, se dedicó como ministro de la Guerra a vigilar estrechamente la frontera con Portugal en previsión de que hicieran aparición en la misma el rey Don Miguel o el infante Don Carlos María Isidro, y para ello aconsejó aumentar el Ejército de Observación en 18.000 hombres, contando con la reserva. También reguló y aclaró un decreto de amnistía, reconciliando a la mayor parte de los españoles liberales, y aseguró con todo tipo de disposiciones la sucesión legítima directa en la persona de la hija primogénita de Fernando VII, la futura Isabel II. Finalmente, el general Cruz fue el que ordenó, nada más y nada menos, las primeras operaciones militares contra los carlistas, a los que se llamaba “rebeldes” o “facciosos”, hasta que cesó en el Ministerio de la Guerra el 17 de noviembre de 1833.
Juan Ramón de Andrés Martín, Profesor Titular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha publicado nueve monografías científicas, y tiene dos sexenios de investigación concedidos por la ANECA-CNEAI.
Esta obra completa el catálogo de Thomson-Reuters Aranzadi.
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